jueves, 24 de enero de 2008

Ironman Pucón 2008

Domingo 20 de enero. Nos levantamos más temprano de lo normal para ver la partida de la competencia. Salimos de la cabaña en auto pero al final nos encontramos con el tráfico cortado y tuvimos que estacionar a cinco cuadras del hotel. Perdimos tiempo en el trayecto a pie para acercarnos a la playa dado que me había lesionado el día anterior y no podía caminar muy rápido. En medio de la euforia deportiva se me había ocurrido ir trotando desde la cabaña al centro para arrendar una bicicleta. La bicicleta no fue problema, pero el trote me dejó resentida la musculatura en torno a la rodilla izquierda. Curiosamente iba a ver una triatlón cojeando.

A una cuadra del hotel vimos venir a la gente hacia la plaza y entonces nos enteramos que la competencia ya se había largado, ahora todos corrían al otro extremo del hotel para ver la salida de los competidores del agua y su transición a bicicleta.
Tomé fotos. Competidores saliendo del agua, sacándose el traje de hombre rana, montando la bicicleta, etc. Dado que esta competencia cubre tantos kilómetros resulta un poco frustrante no poder abarcarlo todo de una vez.

Las horas fueron pasando y nos desplazamos por varias cuadras para ver pasar esas espectaculares bicicletas y luego a los atletas corriendo. Es curioso, cuando se habla de Ironman (hombre de acero) uno tiende a pensar en personajes tipo John Rambo un poco menos, pero Colucci es todo lo contrario, flaquísimo y alto, al verlo en la calle nadie apostaría que es un “Ironman”.
Finalmente nos quedamos en una esquina donde había mucha gente de la organización y un tipo con un megáfono gritaba el estado de la competencia, anunciaba los atletas que iban pasando y estimulaba a la gente para que apoyara también a los competidores.
La cosa se fue resolviendo entre un brasileño (Colucci) y un argentino (Galíndez), lo cierto es que Colucci arrasó con Galíndez y todos los demás. Tres minutos de diferencia en una competencia de 4 horas no es mucho, pero sentir o esperar esos tres minutos a orilla de calle resulta abismante.

Cuando la mayor parte de los competidores ya estaba en el trote, la gente despejó el sector donde quedaban la bicicletas ordenadas una al lado de la otra. Había resguardo de la organización para cuidar estas verdaderas joyas. En cada soporte un banderín indicaba el número del competidor su nombre y su categoría. Empecé a recorrer el lugar y entre los competidores encontré un viejo conocido, Norman Mcmillan compitiendo en la categoría 45 a 49 años. Mcmillan practicaba remo en Valparaíso a mediados de los años 80 y competía en singles por la Britsh. Entiendo que se dedica a la medicina deportiva.
Reconocer a alguien entre los competidores me hizo sentir contento, ahora también tenía a quién gritarle: ¡Dale Norman!¡Dale!